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El análisis transaccional de roles o el guión de Eric Berne
abril 30, 2008, 6:58 pm
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Freud describió la psique humana según los conceptos de Superyó, Yo y Ello. Medio siglo después, Eric Berne introdujo tres nuevos conceptos: Padre, Adulto y Niño, que él calificó de estados del yo. Resulta curioso que durante años los adeptos de estas dos teorías no vieran más que contradicciones aparentes. Eric Berne manifestó repetidamente que estos tres estados del yo no son roles – punto de vista que compartimos – sino que los roles son los conceptos freudianos que expresan las relaciones de los individuos con la sociedad en un momento histórico en que la única realidad de las personas se daba en función de su rol social. Pero las sociedades cambian y la referencia humana ya no es el nivel social sino el nivel familiar. El descubrimiento del rol de la infancia en la vida adulta de hombres y mujeres ha reestructurado de forma individual la vida de ambos, y el análisis transaccional definió esta evolución con el descubrimiento de las esferas contenidas en él Yo freudiano.

 

         Pero, ¿cual fue el papel de la infancia de Freud en la elaboración de su teoría? Con su libro, L’homme aux statues Freud et la faute cachée du père (El hombre de las estatuas, Freud y el error secreto de su padre), Marie Balmary ofrece una nueva perspectiva de Freud descubriéndonos algunos de los aspectos de la vida personal de él. Pensaba haber realizado un importante descubrimiento al haber atribuido la causa de la histeria a agresiones sexuales perpetradas, la mayor parte del tiempo, por un padre o un tío durante la infancia. Pero ante la hostilidad hacia su hipótesis de los miembros de la profesión médica, abandona, utilizando como pretexto, en una carta dirigida a Fliess, que una de las razones que le conducen a renunciar a esta idea radicaría en la necesidad de acusar por tanto a demasiados padres: 

    

        La migraña histérica acompañada de una sensación de presión en la cumbre del cráneo, en las sienes y demás, es característica de las escenas donde la cabeza se mantiene con el objetivo de prácticas orales. (Más tarde, una repulsión hacia los fotógrafos que emplean cinta). Desgraciadamente, mi propio padre constituía uno de esos perversos. Es causa de la histeria de mi hermano (cuyos síntomas se encuentran en el conjunto de los procesos de definición) y de algunas de mis hermanas pequeñas. La frecuencia de este fenómeno me da a menudo que pensar…”

   

          Muchacha de su tiempo, Amelia, la madre de Freud, interiorizó la problemática de su época: el sometimiento a la figura del padre. Pero el padre de Freud era un hombre con una personalidad bien particular, sobre todo en su sexualidad. Jakob Freud nace el 18 de diciembre de 1815 en Tysmenitz, Galicia (Europa Central). De su primer matrimonio con Sally Kanner nace su primer hijo, Emmanuel, en abril de 1833, cuando su padre Jakob sólo contaba 17 años. La vida sexual de Jakob Freud es pues prematura, y durante el resto de su vida parecerá verse irresistiblemente atraído por las mujeres jóvenes y bonitas. Pero más tarde, parece que establecerá relaciones sexuales con sus propios hijos, y Freud parece ser el único en haber escapado a esta mórbida sexualidad gracias a la protección de su madre.

Por tanto, la joven Amelia teje en torno a su hijo Sigmund un caparazón con forma de la siguiente situación, “El síndrome de Níobe”:Níobe era hija de Dione y Tántalo, a su vez hijo de Zeus. Un día, Níobe declaró que era superior a Leto, que sólo había tenido una niña y un niño, Diana y Apolo. La diosa Leto escuchó las palabras de Níobe y pidió a sus hijos venganza. Diana se encargó de matar a las siete hijas y Apolo a los siete hijos”. Este síndrome se convirtió en una coraza protectora para el pequeño Freud frente a la sexualidad desbordada de su padre. La actitud psicológica de Amelia consiste en enviar al pequeño Freud el siguiente mensaje, que él es más grande y más importante que su padre y su amor maternal es su armadura que le permite de desafiar el poder paternal.

 

           Marcado por esta situación, Freud expresa una compulsión al éxito a través de un ego social desmesuradamente importante. Los numerosos conflictos que Freud mantiene con sus discípulos y colaboradores constituyen elementos para apoyar nuestra tesis, como en 1902, cuando finaliza el intercambio entre Freud y Fliess, al acusar este último al fundador del psicoanálisis de plagio. Freud quema entonces todas las cartas de su antiguo amigo. Analizando la situación de Freud, constatamos que el comienzo de esta situación es similar al del héroe, pero una vez que su proeza se ve completada, el héroe se convierte en un individuo arrogante: “Señor, lo sé todo”, “Tengo siempre razón”. El personaje acaba por destruir todo el capital de simpatía que tenía hacia los miembros del grupo, y entonces llega la desgracia, cuando el grupo le rechaza e incluso en ocasiones le sacrifica.

         Después de haber contribuido a proporcionar una nueva dimensión al destino humano frente a los prejuicios religiosos, Freud rechaza las nuevas ideas que puedan cuestionar su predominio ideológico. Prefiere entonces sacrificar su amistad con uno de sus mejores discípulos, Carl Gustav Jung, y oponerse ideológicamente a otra amistad importante, Sandor Ferenczi, más que integrar sus ideas. Héroe intelectual y padre admirado del psicoanálisis, Freud se convierte en su propia víctima, ya que su ascensión social destilaba un veneno que acabaría por vencer al hombre que quiso sustituir su ciencia a la idea de Dios. Y Freud, el hombre cuyas palabras dan vida a la psique humana, muere de un cáncer de boca el 23 de septiembre de 1939. Según el eje del análisis transaccional de los roles, esta muerte encierra las normas de una situación que exige al individuo que, para merecer el amor maternal ha de enfrentarse a Dios… imagen idealizada del padre.

 

          

        El ultimo tabú del análisis transaccional.

 

     Según su biografía, Eric Berne fue un niño feliz; durante su infancia acostumbraba a acompañar a su padre, un médico, durante sus visitas, pero al poco de que Berne alcanzara los nueve años su padre murió de tuberculosis a la edad de treinta y ocho años. A partir de entonces fue criado por su madre, Sarah, una ambiciosa mujer que lo persuadió de seguir los pasos de su padre. El resultado fue que Eric Berne comenzó sus estudios de medicina en la Universidad McGill, una de las más prestigiosas de Canadá, donde también se habían graduado sus padres. Berne cursó en cuatro años una carrera de cinco y se graduó con 21 años. El resto de su vida forma parte de la historia de la psicología moderna, con sus geniales intuiciones que le llevaron a crear la Teoría del Análisis Transaccional y el concepto de guión. Según Eric Berne, cada persona decide desde su más tierna infancia cómo vivirá y cómo morirá. Este plan, que cada persona atesora en su cabeza, puede ser considerado su « guión de vida ». Nosotros nos preguntamos ¿es esta idea de guión común a cada persona, tal como lo señala Eric Berne? Tras una veintena de años dedicados al análisis, nuestra respuesta es que no. Puesto que, como en el caso de Freud con su concepto del Complejo de Edipo, el concepto de guión de Berne trata de convertir un problema personal en un problema universal. Es por eso que, desde nuestro punto de vista, solo una fracción de individuos – aquellos que comparten unas normas de vida similares a las de Berne – podrán ser víctimas de un esquema de vida cerrado.

          Así, según el análisis transaccional de roles, el esquema de vida de Eric Berne se revela como el de un individuo que sigue un programa definido, en este caso el del pequeño Eric que se identifica con la imagen paternal y sigue las admoniciones de una madre ambiciosa – escritora y editora. La adicción al trabajo de su madre resultó en una muerte prematura a la edad de 60 años. El 23 de junio de 1970, Eric Berne asiste a su última reunión del Seminario de San Francisco, donde Claude Steiner ofrecía una conferencia. Durante la noche sufre una crisis cardiaca que le causa la muerte a la edad de 60 años, la misma edad a la que muriera su madre. Sin embargo, ninguno de sus discípulos pudo detectar ni desactivar su plan de vida. A menudo la gente olvida que el creador, antes que aportar nuevas soluciones para el conjunto de la sociedad, lo que quiere es ayudarse a si mismo. A menudo, también, el éxito de un rol social contribuye a idealizar a su protagonista, que queda más allá del bien y el mal. Así, creemos que una representación digna de su nombre no puede en ningún momento omitir ni el análisis del nivel social ni el del nivel individual si quiere verdaderamente influenciar el destino de las sociedades humanas.

  

 

Estructura Psicológica de Berne  Según el Análisis Transaccional de Roles

    Así constatamos que, exactamente como para Freud el complejo de Edipo fue una respuesta a una problemática personal, en el caso de Eric Berne la conciencia de la realidad del guión tenía, también, un aspecto personal. La finalidad del objetivo del Niño del pequeño Eric era salvar al padre de su funesto destino. Con el tiempo, el niño se convierte en hombre y de la escena primitiva – la muerte del padre a causa de la tuberculosis – los roles se permutan. Eric Berne se convierte en un padre a nivel del mundo de la psicología y sus discípulos (sus hijos) también le acompañan en las visitas a sus pacientes. Pero ninguno de ellos se da cuenta de que Berne está enfermo, enfermo de vivir en lo racional, y que sus tres divorcios apuntan hacia su incapacidad de preocuparse de su propio universo emocional. Hay que remarcar que la familia de Eric Berne, consciente de esta paradoja, no quiso que ninguno de los miembros de su asociación asistiese a su entierro. De este modo, aceptamos que el guión es una realidad innegable, pero queremos remarcar que está muy lejos de ser un esquema de vida universal tal como lo pretendía Eric Berne, quien no hacía sino proyectar su problemática sobre el exterior.

    Desde nuestro punto de vista, Eric Berne y Freud comparten el mismo guión el “Síndrome del Dios Creador”, es decir que los dos reciben la misión maternal de superar la imagen del padre. En el caso de Freud el asesinato del padre a través del personaje de Edipo constituye la realidad inconsciente del mensaje. Y el Adulto de  Eric Berne, descubre el concepto de guión con el objetivo de controlar el destino humano y para  desearse del peso del guión maternal.

         Poseído por el “Síndrome del Dios Creador”, el individuo confunde su poder social con un poder divino, así la incapacidad de controlar su propio destino le lleva a querer controlar el destino de los demás. “El dios de cada hombre se halla en la imagen del padre. La relación personal de Dios depende de la relación del padre carnal, que oscila y se transforma con este último, y Dios no es en el fondo más que un padre enaltecido transpuesto a un estadio superior.”

       « El rey está desnudo ». En el cuento de Andersen, el padre pide al público que escuchen la voz de la inocencia que representa su hijo, y la realidad se impone: el rey está desnudo. Pero en el mundo real, por lo general cada vez que los niños expresan una realidad incómoda sus padres los reprimen. Así al alcanzar la edad adulta los individuos aceptan como real las imágenes que proyectan las personas en su rol social, con quienes entablan transacciones, sin tener en cuenta lo que su propia intuición les sugiere. Así, tenemos que, no es que Claude Steiner y el resto de analistas que frecuentaban a Eric Berne fuesen malos practicantes – allí está su carrera profesional para demostrar lo contrario – sino que obedecían a un viejo precepto familiar « A los mayores no se les mira directamente a los ojos », es decir que a nivel social el comportamiento de los individuos no se analiza, incluso cuando éstos entran en flagrante contradicción con la lógica o la fe que proclaman. De este modo el cura puede profesar la pederastia, el psicoterapeuta egoísta o los políticos pueden dedicarse a la corrupción, y siempre habrá modos para reclamar que se respete su intimidad, pues el corporativismo no es nada nuevo. Y, el análisis transaccional en un principio nacido de nuestro rechazo a las contradicciones vividas en las esferas de la psicología, tampoco escapa a estas contradicciones individuales que existen en todos los grupos sociales.

Freud, como Berne, quiso señalarnos su independencia frente a herencia de la imagen paternal, pero en los dos casos su fin demostró que ambos fueron poseídos por la imagen inconsciente de un Dios todopoderoso que orientó sus vidas hacia un cerrado determinismo, hacia un guión. De este modo, a menudo los espíritus racionales que quieren rechazar cualquier vestigio de espiritualidad en su relación con el mundo se lanzan en los brazos de un Dios creador normativo, que se apropia de su destino. Pero hijos de una sociedad machista los dos se han olvidado que la referencia maternal podría ser igual de poderosa que la imagen paternal, así el Dios creador de sus destinos eran sus madres y no sus padres.

 

Jean Claude Frappant

Psicoterapeuta del Análisis transaccional de Roles


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